Hoy toca una review de «Trump World Conqueror», una máquina recreativa muy especial, que junto con los helados Colajet, marcó notablemente mi infancia.
«Trump WC» es una recreativa que pasó muy desapercibida (no sabéis cuanto) para gran parte de los asiduos a los salones recreativos. Sin embargo a mi y a mis colegas de la foto Kiko River y Steve nos conquistó cuan pincho de tortilla a la hora del almuerzo.
Y aprovechando que el bueno de Donald ha sido elegido ni más ni menos que presidente de EEUU pues ahí que cuelo mi experiencia con dicho arcade.
¿Y por que has elegido esta recreativa tan desconocida?
Por vuestra culpa. Cabrones
El origen, una encuesta en Twitter. Entre las maravillosas opciones como «Phoenix», «Break Thru» o «Wonder Boy», y por hacer un guiño divertido, añadí una cuarta titulada “Donald Trump”.
Aqui los resultados:
¿Que juego arcade queréis que destroce con una retroreview, así, sin acritud? (si queréis algún otro mencionadlo)
— Nájera RetroGames (@NajeraRetrogame) 23 de enero de 2017
Y como además de gilipollas soy un tipo de palabra , pues comentaré la susodicha máquina.
No hay nada peor, un tonto con palabra apostando (al final terminas untándote las encías con jalapeños o tragándote en primera fila un concierto de La Oreja de Van Gogh)
Un misterio envuelve la máquina «Trump WC»
Es probable que esta recreativa no os suene a muchos, probablemente dudéis hasta de haberla visto nunca.
Como atestiguan las fotos, la pude volver a disfrutar en Madrid, el pasado año, aunque no era la original. La jugué en la feria Retroworld junto con dos de mis colegas, Kiko y Steve (Los más escépticos diréis que es un fotomontaje. Lo que llega a amargar la envidia)
Pero eso si, allá por 1987 fuimos unos pocos privilegiados tocados por la caprichosa varita del destino los que tuvimos oportunidad de jugar a un arcade clásico que 30 años después se convertiría en toda una revelación.
¿Como que revelación, si todas las cámaras de fotos son ya digitales?
Por extraño que parezca, las fases y desafíos a superar en este ochentero arcade parecen haber inspirado todas y cada una de las acciones del anaranjado presidente actual.
Es como si, 30 años después, parte de su campaña y mandato sigan las pautas de este singular arcade.
El tema está dando mucho que hablar, y en circulos especializados en ocultismo se teme que la recreativa pueda resultar profética.
Se rumorea un especial Cuarto Milenio que gire en torno a tan atípica recreativa. Enrique de Vicente ya ha tomado cartas en el asunto, en concreto un as de copas y un siete de bastos.
La recreativa «Trump World Conqueror»
No he podido localizar ningún vídeo en internet sobre este arcade (que raro), pero si he recuperado algunas fotos de internet de fases del juego. ¡Que recuerdos!
La recreativa, un arcade multidesfase donde el pitirojo protagonista deberá superar una serie de pruebas a cada cual más pintoresca y divertida. Creo recordar que eran cuatro niveles.
1 – ¡¡Elecciones Elecciones!!
En este primer nivel debías obtener más votos que tu rival. En una vista cenital de un colegio electoral divisabas una urna y una fila interminable de gente variopinta.
Cuando jugaba a esta fase yo siempre decía justo al empezar “Menuda Papeleta” (Papeleta, Elecciones… Lo sé, soy de traca)
La papeleta la portaban los votantes en la mano izquierda o derecha, y debías pulsar el botón correspondiente justo cuando levantaban la mano para votar. De no hacerlo el voto se consideraba como Coentrao. Nulo.
Y al igual que un ataque de tos con diarrea, la cosa se podía complicar todavía más. En la fíla de votantes se camuflaban un periodista de la CNN y una jueza (lo sabías porque justo antes de llegar a la urna sacaban un micro o un ribete).
En ese momento debías pulsar los dos botones a la vez y un cuerpo de élite de francotiradores les daban voleta de un certero disparo en la cabeza.
¡¡Una fase con más tensión que un congreso de adictos a las saladillas!!
Pero también tenías ayudas a tu favor. Completando 10 votos consecutivos el gobierno ruso te premiaba multiplicando tus votos actuales por dos. Ahí dejo eso.
2 – ¡¡Aviones y Pateras!!
Aquí el juego planteaba una vista lateral, con una mecánica de juego similar al arcade “Missile Command”.
Era muy divertido con unos gráficos logradísimos para la época.
“Tiriti” Trump sustituía la estatua de la libertad por un «Mech» a su imagen y semejanza.
Por vía aérea entraban a New York aviones comerciales. La misión era derribarlos, pero atento, solo los de países considerados enemigos. Si. Debías derribarlos todos.
Los disparos seguían una trayectoria como las antenas que parecen ensaladeras y se colocan en las fachadas.
Apuntabas con el joystick y disparabas misiles Tierra-Aire pulsando el botón izquierdo.
Pero la cosa no era tan sencilla para nuestro aprendiz de dictador color puesta de sol. Vía marítima acudían barcazas y pateras con intenciones de tomar tierra, y como no, debías eliminarlas.
Aquí el disparo era más directo. Con el botón derecho lanzabas el misíl tierra-tierra creando un bonito festival de fuegos artificiales.
¡¡Pero Ojo!! Si la patera era de narcotraficantes (las identificabas porque se podían apreciar fardos, humo y la música de los Chunguitos) debías dejarla pasar.
Este nivel era más desquiciante que Ana Botella en That’s English.
3 – ¡¡Another Brick in The Wall!!
La más desazonante de las fases por su parecido con una hipotética realidad es la del muro. Este nivel combina varias mecánicas (pero no como las de abajo).

En la primera parte, y al más puro estilo «Tetris» o «Pang», un Donald Trump desaforado se desplaza de izquierda a derecha, lanzando ladrillos de diferentes formas que deberás ir encajando hasta formar un muro, creando una frontera con México.
Cuando dicho muro alcanzaba un espesor suficiente, la pantalla se desplazaba al otro lado del muro, donde se materializaba Donald desafiante.
Y ahí es donde comienza el frenesí. Cientos de mexicanos armados con cornetas y guitarras al ritmo de “La Cucharacha” se mueven frenéticos por la pantalla, como jubilados en una degustación de panceta.
Y nuestro cúprico presidente, a tortazo limpio, les tiene que sacar el dinero a espuertas.
Cada mexicano expoliado descuenta en el marcador los puntos gastados en ladrillos anteriormente. El juego terminaba si conseguías dejar la deuda a cero.
Pero como en los muebles de Ikea, no todo eran facilidades.
Camuflado entre la multitud se ocultaba el famoso luchador mexicano “Cavernario Galindo” . Si te pillaba te quitaba la tontería de un certero soplamocos.
En dicho caso, el juego terminaba con una jocosa frase.
4 – ¡¡El Maletín Sin Fin!!
Esta es la última fase del juego. Yo debo reconocer que he llegado cuatro o cinco veces pero nunca la superé.
Debías planificar y ejecutar un ataque nuclear, pero cuidado, tus enemigos podían contraatacar. ¡¡Y vaya si lo hacían!!
Disponías de 30 misiles nucleares y creo recordar unos 15 escudos antimisiles para usar a voluntad.
En esta ocasión el juego se transformaba en un perfecto arcade de estrategia con una prueba de memoria. Planteabas mediante el joystick los países a los que querías atacar y los países que deseabas proteger con los escudos.
Seguidamente, en un breve lapso de tiempo se presentaba en pantalla un código de 9 digitos que debías memorizar.
Aquí lo más sencillo era memorizar el codigo entre varios amigos. Yo en esta parte siempre contaba con mis colegas Santiago García (El Chiles) y Benito Jimenez (El BMX)
Una vez introducías el código, el presidente ejecutaba el ataque con su llave nuclear.
Un detalle gracioso del juego, Donald Trump en vez de girar la llave para activar el ataque, giraba el maletín. ¡¡Este Donald, como es!!
Esta fase nunca la superé. Hiciera lo que hiciera siempre terminaba cargándome el mundo.
Como el juego «Trump» sea profético estamos «apañaos».
Nota de color: Lo más gracioso es que si la cagabas, antes de mandar todo a tomar por cu.. explotar todo, aparecía en un primer plano el presidente anterior (curiosamente muy oscuro de piel) y te espetaba en un perfecto castellano : “¡ Te lo Dije!” (y así se inventó el «cuñao»)
Las transiciones de pantallas
Las transiciones, viéndolas a día de hoy, son las que realmente ponen los pelos de punta.
En ellas se recrearon en 1987 imágenes de Donald Trump que podrían ser actuales. Y ya no solo las imágenes, las voces digitalizadas “¡American First!”, “¡A beautiful Wall!”, “¡Que soy Copérnico!” resultan inquietantemente premonitorias.
¿Dónde estuvo la máquina «Trump WC»?…o mejor dicho ¿Existió?
No puedo concretar donde disfruté la máquina alli por 1987, ya que tengo un recuerdo extrañamente borroso, pero lo que puedo afirmar es que estaba al lado de otra llamada “Polibius” de gráficos vectoriales muy coloristas que la recaudaban unos señores de negro con sombrero.
Al Trump WC jugué con mis amigos «el Chiles» y «el BMX» que podrían verificar que esta máquina existió… pero desafortunadamente desaparecieron en La Almunia de Doña Godina atacados por un Puma (mientras cantaban “Pavo Real”.) ¡¡Cachis!!
Si vosotros conocisteis este arcade, jugasteis en vuestros años mozos, o tenéis más información y muy poca vergüenza… ¡No dudéis en comentarlo!
…pero no en casa o a tu perro, sino aquí abajo, donde los comentarios.
Puedo verificar que esta maquina era chingona. Recuerdo que la curva de de aprendizaje era suave, pero luego tenia «un muro» que no había quien la terminase…
Que pedazo de comentario, joio!
Estaba en las recreativas de mi barrio, pero claro, entre ‘final fright’ y ‘pontel axe’ (donde curiosamente se podían ver las mecánicas de la foto…) y claro, nunca llegué a jugarla.
Menos mal que hay más testigos de que la máquina existió!! El pontel axe era demoledor, la lucha contra el desodorante final era épica!! 🙂