Corría el año del señor de 1986 y a pesar de ser primeros de Octubre, el frío se presentaba más intenso de lo habitual, quizás acrecentado por un molesto viento otoñal que no presagiaba nada bueno.
(toma comienzo, si no sigues leyendo es que tienes horchata en la sangre)
Yo, pobre mortal, como todos los domingos de mi infancia, estaba obligado a oir la misa de la mañana, y en compensación a tan sacrificado esfuerzo, mi bienamada madre me soltaba las 50 pesetas de asignación semanal, no sin el ya conocido chascarrillo.. – ¡ Y no te lo gastes todo en las maquinitas, que lo mismo te vuelves idiota! – (y a día de hoy no se yo si no le faltaba razón)
Ese domingo estaba de suerte, la misa no la ejercía el severo y correcto Don Miguel, al que no recuerdo jamás haberle visto sonreir, sino Don Alfredo, un anciano afable y nervudo, que daba la misa a la carrera, saltando caprichosamente entre palabras.
Este cura, además de lengua vertiginosa, tenía el «Sindrome de Antonio Ozores» mezclado con una chispita de despiste provocada por la edad, y en quince minutos ventilaba el oficio sin que nadie nos enterásemos de nada, o como vulgarmente se dice, «no nos enterabamos de la misa a la media» (que bien traido, por Dios!!)
En la iglesia el frío otoñal se amplificaba al igual que la voz de Don Alfredo retumbando por todos los rincones del altar, y yo, de consistencia más bien menguada y presencia ausente, comenzaba a sentir como mi cuerpo se estremecía.
Pero no, no era únicamente por el frío, avispado lector
Al comenzar la misa el flete de mi amigo Moisés me comentó entre susurros que en «Ciriaco» (nuestro salón recreativo favorito) había nueva hornada de máquinas recreativas, y la impaciencia estaba comenzando a hacer mella en mi.
¡¡Máquinas nuevas en «Ciriaco»!! ¡¡Que nervios!! Estaba más excitado que Cristiano Ronaldo en la Casa de los Espejos.

Mientras me abrazaba con fuerza a mi jersey desgastado de lana marrón (si, el que llevaba rombos por delante, lo hemos tenido todos) intentando extraerle en vano todo el calor posible, buscaba calmar mi inquietud mirando al suelo, moviendo mis deportivas «Crube» a un lado y otro, esperando que resonaran en la iglesia aquellas mágicas palabras que anunciaban la tan ansiada libertad.
– ¡¡Podéis ir en Paz!!
¡Por fin! Me faltó el tiempo para responder a coro con el resto de los asistentes
– Alabado…. –
– ¡¡A Ciriaco me voy yo!!! – Y allí que fuimos Moi y yo pitando hacia el salón recreativo más famoso de Nájera.
Según doblabamos la esquina de «El Arca de Noé» (que nunca entendí el nombre ya que no vendía mascotas) ya podía escuchar el golpeteo de las bolas del futbolín y los inconfundibles acordes de los caballitos infantiles que tenía el bueno de Ciriaco en la entrada del local.
Moi, uno de mis compañeros de fatigas, me acompañaba lanzados a galope, mientras me iba poniendo en antecedentes….
– La máquina más chula es un pasote, la pusieron ayer por la noche, es de nave que lo flipas, salen un montón de enemigos y puedes coger armas, ¡¡tiene hasta láser!!! ¡Si juegas me tienes que dejar que te tire las bombas! – Entonces redujo el paso de galope vertiginoso a trote retozón mientras comentaba…
– Aunque eso si, Toñi, lo malo… – El tono de Moi, siempre dicharachero, se tornó pesimista.
– ¿Lo malo que? – Repliqué a duras penas mientras recuperaba el aliento.
– Pues…¡Que la ha puesto a cinco duros! –
– ¿A cinco duros???? ¡Que robo!!! ¡Chama Ciriaco!!! –
En Ciriaco había máquinas a duro, a diez pesetas, y para nuestra desgracia, las más nuevas las estaba poniendo a cinco duros.

El capitalismo se estaba adueñando de la ciudad, y «Ciriaco» no era la excepción. Mientras su bolsillo engordaba, adelgazaban trágicamente las ilusiones de ocio de miles de niños como yo, que veían mermadas sus posibilidades de juego, abocándonos a un futuro de delincuencia muy negro y desesperanzador. (pero esto lo contaré en otra entrada, cuando me asegure de que todo ya haya prescrito)
¡Cinco duros la partida, que drama!. Aquello reducía notablemente mis expectativas de juego, las reducía concretamente a dos, siempre que renunciara también a mi dosis de Palotes y Toma2, así como a los Boomer de Fresa y un Morenito de mantecado con chocolate.

– Bien, tranquilizate Toñin, – Me decía para mis adentros en tercera persona, como Aida Niza – Vemos como es la máquina, vemos como se juega y si eso echamos una partidita, y aún nos sobrarán cinco duros –
La máquina en cuestión era la de Slap Fight, una máquina de naves que venía a sustituir a todo un clásico de Ciriaco, Tiger Heli, la de los helicópteros.
– Rápido Moi, vete a cambiar mis cincuenta pelas mientras pillo la maq….
No pude terminar la frase. Mi gozo, en un pozo.
Solo con un rápido vistazo descubrí que poder jugar a la máquina nueva iba a ser tarea imposible en aquella fría mañana.
Si, allí estaban ellos, rodeándola.
Eran… Los 7 Magníficos.
Los 7 Magníficos

Estoy hablando, para quien no los conozca de los ilustres najerinos:
Santi García
Jose Luis Martínez
Hector Cañas
Santos Jiménez
Rafa Pérez
Benito Martinez
Chimo (este era un agujero rodeado de buen caramelo y con los años me he enterado de que se llama Oscar Acha, que cosas)
A mi me gustaba acercarme a ellos a ver que comentaban, ya que siempre estaban hablando de máquinas y de ordenadores, de gráficos y de sprites, toda una revolución para la época.
Apenas me conocían y a pesar de mis esfuerzos yo para ellos solo era «El primo de Víctor», ya que Víctor formaba parte de su cuadrilla.
En aquellos tiempos esta cuadrilla de Nájera era a las máquinas recreativas lo que «el Vaquilla» a los Seat 124.
Eran unos fenómenos, en cuando enganchaban una máquina podían estar horas y horas jugando, unos auténticos jugones, unas eminencias a los mandos, y por eso yo les llamaba ¡Los 7 Magníficos!
– Hoy no vamos a tener suerte, Moi –
– Está jugando Santi y sus amigos a la máquina nueva – Me quejaba amargamente mientras le daba un mordisco al Palotes de fresa (Por cierto, Ciriaco ha sido el único hombre en la vida que me han puesto Palotes)
– ¿Los magníficos? Jo, que le vamos a hacer, resignación… ¿Eh, y si vamos a pescar bobas al Najerilla? – Me propuso ilusionado
– No puedo, me ha dicho mi madre que la próxima vez que se encuentre «pescaos» o lagartijas en los bolsillos de mis vaqueros me los pone para cenar vuelta y vuelta, y de guarnición un par de sonoros bofetones. –
– Y que hacemos, ¿Esperamos a que acaben? – Me apremiaba Moisés
– ¡Que dices! ¿Estás loco? ¡Con lo que juega Santi lo mismo estamos esperando una hora! – Le espeté
Entonces vi una máquina que me molaba y estaba libre – Mira Moi, Voy a echar una partida a la de los coches y luego nos vamos a romper algo por ahí – Propuse.
– Vale, pero en cuanto te la cantes me dejas una vida –
– ¡Hecho! –
Allí estaba yo, en mi máquina de 10 pelas favorita, Bump´n´Jump.

Consistía en un coche que competía en una carrera con otros coches, y los podías saltar por encima o embestirlos, mientras burlabas numerosos precipicios y obstáculos que aparecían por generación expontánea en la pantalla.
Era todo concentración y tensión.
– Izquierda, derecha, izquierda, se cierra, raaasss…¡Viene el precipicio!, ¡Salta! – Moi era mi Carlos Moya particular y me iba cantando los obstáculos.
Mientras jugaba, noté algo que me despistó. Por el rabillo del ojo vi como dos de los 7 magníficos se acercaban hacia nosotros, eran Santos y Héctor.
Aguzé el oido a ver si cazaba alguna conversación, ya que todo lo que comentaban me interesaba. (y siempre he sido de naturaleza un poco cotilla, todo hay que decirlo)
– …Pues Héctor, si Santi no acaba… ¿Por que no juegas una partida a la de los coches? – Comentaba Santos a Héctor mientras señalaba hacia mi máquina
Héctor miró hacia la máquina, me vió, y le replicó.
– ¡Que dices! ¿Estás loco? ¡Con lo que juega el primo de Victor lo mismo estamos esperando una hora!
Y yo, sonreí orgulloso.
(Y por supuesto, de los nervios y la emoción me mataron todas las vidas, pero a pesar de ello aquel frío domingo me sentí «Magnífico»)
Extra Ball!!! Extra Ball!!!
En la foto de la portada, de la peli «Los 7 Magníficos» se han colado siete elementos que no pertenecen a la época, y que a todo buen retrogamer o informático ochenter le resultarán conocidos.

A ver si sois capaces de encontrarlos todos. El que lo consiga lo puede contar a sus amigos y familiares cercanos, y para celebrarlo, puede organizar una fiesta de pijamas o comprarse media docena de panderetas. No es para menos.
Toño se me saltan las lagrimas al ver publicadas estas historietas por la nostalgia que me producen….y porque me doy cuenta de que estoy muy mayor!!!.Sigue con los posts que son buenísimos.Tienes que acordarte de meter a Carlos que era una bomba jugando al Bagman en el Pepe.Que tiempos!!!
A día de hoy junio de 2021, se puede jugar en las ppinball de Nájera.?.?
Gracias.
Vivo en Logroño
Hola, en Nájera desgraciadamente no hay ningún salón recreativo ni de pinballs, sin embargo en Logroño tienes a la gente de Pixel And Games que tienen varios pinballs y un montón de recreativas en su local. Ponte en contacto con Rubén en https://www.facebook.com/Pixelandgames-175220217326069/ y que te diga horarios. Un saludo!!