Existe la leyenda más que conocida en el mundo del videojuego sobre Atari y su fallido juego E.T. del que se cuenta que enterraron en el desierto millones de cartuchos debido a su escaso éxito de ventas.
Atari: Game Over es un documental que gira sobre dicha leyenda. No solemos tocar temas no relacionados con las recreativas o con Nájera de los 80-90, pero en este caso, tras ver el documental me parece muy interesante incluirlo, ya que me ha traído recuerdos de aquellos años y de las primeras veces que disfruté de una videoconsola.
Primero, el documental
Fuente video Atari: Game Over – Youtube, canal consolando.es
Si tenéis tiempo darle un vistazo ya que es muy interesante, cuenta la historia de Atari desde diferentes puntos de vista, y trata también la odisea para descubrir el lugar donde se supone están enterrados los cartuchos de E.T. y todas las acciones que se llevan a cabo para conseguir excavar en el lugar. El desenlace no os lo cuento.
Mi incursión con las consolas de videojuegos
Y aprovechando que el Ebro pasa por Logroño los días pares, uno de mis primeros contactos con el mundo del videojuego y de los ordenadores fué de la mano de Benito Jiménez y su hermano Santos, que merecerían una entrada completa, pero para no dar mucho la chapa solo voy a recordaros una pequeña anécdota.
Sería injusto no recordar también a Héctor Villacián (¿Magnabox?, Spectrum 48k), a Iván Gasco (MSX), a Guillermo Angulo (Dragon 200), a Chuchi Lara (Amstrad CPC 464), Diego Segarra (Spectrum 48k), a Lucas Chinchilla (Spectrum 128k +2), a Rafa Palacios (Spectrum 48k) y a Moisés Lavado (Amstrad CPC 6128), ya que gracias a ellos tuve mi primer contacto con los videojuegos y los ordenadores personales. Espero me paguen las medicinas que tengo que tomar por su culpa.
Benito y yo estudiábamos juntos (Esta parte llenarla con risas, ya que estudiar lo que se dice estudiar…) y por aquellos años éramos como uña y roña.
Nos pasábamos los recreos inventando mil y un juegos y haciendo el payaso (ver prueba gráfica), y por las tardes solíamos ir a su casa o a la mía (farrow), a romper cosas y a molestar en general, como solo nosotros sabíamos hacerlo.

Su padre era radioaficionado y gran apasionado del mundo de la electrónica, y como no, tenía todo tipo de circuitos, altavoces, resistencias y demás aparatejos electrónicos… Para mi aquello era más tentador que un Kebab un sábado a las 3 de la mañana.
Cada vez que íbamos a su casa allí estaba su padre soldando alguna placa, cambiando resistencias o haciendo cosas de esas que hacen los electrónicos (menudos frikis). Yo miraba embelesado y se me agolpaban las preguntas con las que bombardearle, y es que a mi los cables, la electrónica y cualquier cosa que diera calambre me fascinaba.
Una tarde, Benito me insistió en el colegio para que fuésemos a su casa.
– Toñi, luego vamos a mi casa que… ¡¡Vas a alucinar!! – Me comentó por lo bajines para que no nos escuchara Don Francisco.
Si Don Francisco te pillaba hablando y tu no eras consciente, se acercaba sibilino, sin interrumpir su charla para que no te percataras, y al llegar a tu altura, con un rápido movimiento te soltaba un «cosque» en la cabeza con los nudillos, en concreto con un anillo cuadrado, marcándote en plena testa una «F» de Zoquete.
No podía imaginar que era lo que quería que viera Benito y me comenzó a contagiar su estado de nerviosismo.
– ¡¡Tu padre ha hecho un circuito para montar un coche teledirigido!! – Afirmé aleatoriamente, sin quitar ojo al profesor por si las moscas.
Montar un coche teledirigido por aquellos años se había convertido en una obsesión para mi, y lo tenía siempre en mente aunque no viniera al caso. (Que por cierto lo conseguí realizar siendo un mocoso con un motor, unas piezas de Lego y una pila de petaca. No había dinero para comprar uno y había que improvisar)
– !!!No, mucho mejor!!! – Me respondió visiblemente excitado.
– ¿No habrá hecho una nave espacial con forma de burbuja siguiendo los planos electrónicos que le han enviado los extraterrestres a través de un sueño? – Insistí con lo segundo que se me ocurrió.
https://www.youtube.com/watch?v=EygPaPLWj8k
Benito me miró con gesto preocupado. Evidentemente no había visto la peli «Exploradores» y yo si, y aún me duraba la resaca cinematográfica.
– ¡Pero mira que eres tonto! Pues no… ¡¡¡Es mucho mejor que eso!!! –
En esa edad no podía imaginar algo mejor que crear una nave espacial (todavía no se había despertado en mi el interés por las chicas…) y estuve la media hora restante de clase dándole vueltas, hasta que por fin, a las 17:15, sonó el timbre de salida.
A casa de Benito
Salimos del colegio como cohetes, literal. Podría jurar que para cuando dejó de sonar el timbre del colegio ya comenzaba a repicar el timbre de la casa de Benito. (y habría unos 500 metros hasta su casa, y era un tercero sin ascensor…¡Chúpate esa, Flash!)
Entramos como una exhalación en el salón y allí estaba, imponente, desafiante, conectada a la TV en color.
Era una flamante Atari 2.600 color gris carbón acompañada con botones selectores cromados en plata, y gracilmente rematada con un toque de madera fantasía. Acompañaban al conjunto dos espectaculares mandos a juego en gris carbón destacando el botón de disparo naranja intenso cuasi rojo.
Bueno, si, la primera Atari era más fea que una nevera por detrás, y los mandos más básicos que el código binario, pero en esos años era lo más puntero que existía ya que no había con qué compararla. (Por cierto, al diseñador del engendro lo mataron, aunque años antes le cortaron las manos, más que nada por prevenir.)
Y a su lado, casualidades de la vida, el famoso cartucho que ilustra la entrada, ni más ni menos que E.T. El Extraterrestre.
Benito lo insertó de inmediato en su Atari y allí que echamos la tarde con el simpático marciano, entrando y saliendo de hoyos, subiendo y bajando la cabeza del monigote, dando vueltas pantalla tras pantalla, aunque sin saber muy bien que hacer.
Así que ya sabéis, por si os lo preguntan por la calle, este fue uno de los primeros contactos que tuve con el mundillo de los videojuegos / videoconsolas, en concreto con la Atari 2600.
Y debo decir algo que creo es de justicia. En general E.T. lo podrán considerar como el peor videojuego de la historia, pero para mi, aquella tarde, simplemente fue algo increíble, novedoso y espectacular…
… hasta que lo jugué, claro. ¡Menuda Castaña!

Un gameplay del juego, para que veáis de lo que hablamos…
Si queréis comentar cualquier cosa…
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MUY buena historia!
Mi primer contacto fue con una más básica todavía, era un Pong conectado a un TV blanco y negro, en casa de mis primos, que siempre tuvieron acceso a más cosas que yo.
Tengo pendiente de ver ese documental del ET.
El pong!!! Yo también tengo un vago recuerdo en casa de un amigo que tenía unos videojuegos con el pong, una escopeta y unas plantillas que se colocaban delante de la televisión, y lo de la escopeta nos flipaba aunque fallaba más que la de las ferias!!!
Muchas gracias y sobre todo, gracias por comentar!!
Ya me acuerdo de tu coche teledirigido con cable. Que bueno….